sábado, 21 de marzo de 2015

Crítica a la causalidad

El principio de causalidad es uno de los pilares fundamentales de la epistemología de David Hume. Tras determinar, desde un punto de vista empirista, los contenidos de la mente (impresiones e ideas), es necesario proponer una explicación de los mecanismos que utilizamos para relacionar tales contenidos de nuestra mente, con el fin de obtener nuevos conocimientos. Hume afirma que nuestro conocimiento está limitado a las impresiones y con este método va a derribar uno de los conceptos fundamentales de la ciencia: la causalidad.
¿Pero que es exactamente la idea de causalidad? Según Hume, la relación causal se ha concebido tradicionalmente como una “conexión necesaria” entre la causa y el efecto, de tal modo que conocida la causa, la razón puede deducir el efecto y viceversa. Pero Hume no acepta la causalidad como una relación de ideas, sino como una cuestión de hecho, donde relacionamos las ideas según tres circunstancias que no exigen la existencia de una relación necesaria entre las ideas:

  1. Contigüidad espacio-temporal.
  2. Prioridad de la causa ante el efecto.
  3. Conjunción constante.
Por ejemplo, cuando examinamos el movimiento de una bola de billar que produce el movimiento de una segunda bola, podemos observar que existe una contigüidad espacial y temporal entre el movimiento de la segunda bola y el de la primera, una prioridad del movimiento de la primera bola frente al de la segunda y una conjunción constante, ya que este suceso se ha producido siempre con regularidad con el pasado.


Este es uno de los ejemplos más comunes para explicar la crítica a la causalidad de David Hume pero puede haber otros como por ejemplo la relación entre fumar y matar.

Según Hume, nosotros suponemos que estas dos ideas están relacionadas porque existe una contigüidad espacio-temporal entre el fumar y el morirse, existe prioridad ya que una persona primero fuma y después se muere y finalmente, existe una conjunción constante, puesto que el tabaco, según muestran multitud de estudios, es una de las principales causas de defunción. 


Sin embargo, aunque todo esto nos puede hacer pensar que sí existe una conexión necesaria entre ambas ideas, Hume lo niega, ya que podemos imaginar otro efecto posible, y lo que es posible no es necesario:
En el primer caso, puede ocurrir que la primera bola sea mucho más ligera que la segunda, por lo que su movimiento no producirá el movimiento de la segunda.
Y en el segundo, existen casos de personas que fuman mucho y mueren por causas diferentes al tabaco.
Por ello, según Hume, solo podemos estar seguros de que vemos que se produce algo y al rato se produce otra cosa, pero no de que siempre vaya a ser así.
Entonces, si no existe la relación necesaria, ¿de dónde procede nuestro convencimiento de la necesidad de que la segunda bola se ponga en movimiento al recibir el impacto de la primera? La respuesta de Hume es clara, del hábito o la costumbre, que hace que nuestra mente se adelante a los acontecimientos reales, siendo capaces de predecir lo que ocurrirá.